PERIODO DE ADAPTACIÓN

El periodo de adaptación a la escuela no tiene una temporalidad fija, dependerá de cada niño y niña, de sus circunstancias particulares y de la capacidad de la escuela para amoldarse a las peculiaridades y personalidad de cada alumno/a en concreto.

Conseguir que el niño o la niña se integren y participen en el ambiente escolar será una tarea donde la familia y nosotros, como educadores, jugaremos un papel primordial. En este objetivo común, la coordinación y la cooperación serán especialmente importantes. 

Desde el punto de vista de los educadores, para que la adaptación al centro y a la rutina escolar sea lo más rápida posible, crearemos un marco de seguridad y confianza en el aula, garantizando una atención individualizada a cada niño y niña en concreto y reforzando su confianza en sí mismo y en sus capacidades.

Con respecto a la familia, mantendremos una comunicación fluida con ellas, por lo que al inicio de curso concretaremos una entrevista general con el objetivo de comentar el Proyecto Educativo de Centro, los objetivos generales del curso, informar sobre el tipo de ropa y calzado más adecuados para los niños, los materiales que van a necesitar y los cauces adecuados para participar en la vida diaria del Centro. Asimismo, se realizará una entrevista personal con los padres para conocer mejor a los/as niños/as: hábitos adquiridos,  relaciones sociales, aspectos médicos relevantes…

 A continuación, vamos a detallar algunas orientaciones para preparar la incorporación de su hijo/a a la escuela con la mayor felicidad y alegría:

Ø Hablarles con ilusión de la escuela como un lugar donde van a disfrutar de juegos, amigos y actividades.

Ø Comentar con otros niños/as de su entorno la alegría por conocer la escuela.

Ø Preparar junto al hijo los materiales que deberán aportar los primeros días.

Ø No reforzar al hijo conductas defensivas o violentas cuando se sienta agredido.  Inculcar en el niño/a que su tutor/a va a ser su amigo/a y que recurra a él/ella para solucionar sus conflictos.

Ø Reforzar hábitos mínimos de autonomía en ellos, como son: control de esfínteres (orina), beber agua, comer correctamente, ordenar sus objetos, reconocer sus ropas, limpieza personal, etc.